En un segundo sentí
como si algo se hubiese desprendido de mi ser, me desperté agitada buscando la
luz del día, pero solo encontré penumbra en la habitación. El reloj marcaba las
tres de la mañana.
Intentando calmar mi respiración me giré para conciliar de
nuevo el sueño, pero…no estaba sola; Sabía perfectamente que alguien se hallaba
a pocos metros de mí, observándome, sin embargo no tenía miedo, algo me hacía
estar tranquila. Alcancé el interruptor de la lámpara que estaba situada en la
mesita de noche al lado de mi cama y encendí la mortecina luz naranja que bañó
la habitación con su tenue resplandor.
En esta situación tan espeluznante puedes esperarte
cualquier cosa, la sorpresa fue que me encontraba ante mí misma.
Lanzando una carcajada al aire me llevé una mano a la frente
murmurando “Oh, genial, me he vuelto completamente loca ¿qué clase de sueño es
este?”
Mi otra Yo con el mismo pijama que llevaba puesto yo en ese
momento se sentó a los pies de la cama mirándome con una leve sonrisa en el
rostro; tras unos segundos de silencio finalmente dijo “No puedo negarte que
probablemente esto sea un sueño, pero no puedes despertar hasta que sepas por
qué estoy aquí.”
Resultaba muy extraño escuchar mi propia voz en otra
persona, aunque esta tuviera mi misma apariencia.
-¿Quién eres? – le pregunté.
La pregunta le hizo gracia porque soltó una risa floja entre
dientes.
-¿Acaso no me
ves? –levantó una ceja sin dejar de contemplarme, pero mi cara de incredulidad
la hizo añadir rápidamente- Soy una parte de ti que pertenece al pasado.
Si esto era un sueño creado por mi imaginación debo decir
que tengo una imaginación jodidamente buena, me costaba un poco entender que
quería decir con esa última frase, todo era demasiado surrealista.
-¿Y por qué se supone que estás aquí?
La pregunta hizo que las facciones de su
cara se tornaran más serias.
-Dímelo tú- me espetó.
Fruncí el ceño ante el sin sentido de la
situación.
-Esto no tiene ninguna lógica, apareces en
esta paranoia de sueño que mi mente se ha montado para darme un poco de guerra
esta noche y además de eso no sabes ni por qué estás aquí ¿cuánto falta para
que me despierte?
-Sé
perfectamente por qué estoy aquí, pero quiero que seas tú quien se dé cuenta.
Ya no sonreía y eso me puso nerviosa, la
atmósfera de la habitación se había vuelto algo más pesada y empecé a temer que
el sueño se transformara en pesadilla.
Intenté buscar una razón que explicara por
qué una parte pasada de mí tenía que volver a mi presente.
-No sé por qué…- susurré.
La intensidad de su figura comenzó a
descender y su silueta se volvió ligeramente más brillante, cuando habló lo
hizo en un murmullo apenas audible.
-Dime ¿por qué finges estar bien?
La pregunta me alcanzó de lleno como si me
hubiesen golpeado con una piedra en el pecho, pero me recompuse a tiempo para
responderle.
-Estoy bien.
No pareció convencida, sonrió con tristeza
y agachó la cabeza.
Seguía preguntándome qué clase de sueño
puede crear otra tú para que te coma la cabeza con cosas sin sentido, esto
parecía una película americana mal hecha.
Esperaba que el sueño acabase en ese
instante puesto que mi otra yo se había callado al fin. Cerré los ojos para que
la oscuridad y el amparo de la noche regresasen a mi lado y con suerte cuando
los volviese a abrir estaría tumbada en mi cama y el resto se habría esfumado.
Abrí los ojos y la encontré delante de mí,
los ojos le brillaban y su piel había comenzado a clarear. Estaba
desapareciendo lentamente.
-No estás bien, en el fondo lo sabes –puso su
mano sobre mi corazón- hay algo ahí dentro que te impide estar bien.
En ese momento algo cambió, la luz
anaranjada de la lamparita se volvió de un azul grisáceo que entristeció la
visión de la habitación, entendí el porqué del sueño.
La voz se me quebró al pronunciar las
siguientes palabras.
-Le perdí por estúpida. Fue mi culpa…
Esa respuesta hizo que su mirada se
iluminara y asintió a mis palabras animándome con un gesto de la cabeza a
continuar.
-Es por eso que me encuentro inmersa en
este sueño tan raro ¿verdad? Porque llevo meses engañándome y engañando a los
demás, creyendo estar bien cuando en realidad…
Posó su dedo índice sobre mis labios sin
dejarme acabar la frase.
-Esa es la razón. No hace falta que digas
más. Yo soy una parte de ti que ha muerto. Hubo una decisión o un pensamiento
que tomaste que provocó que todo en ti cambiara. Oh ,sí, el amor puede hacer
mucho daño. Pero no le fallaste como tú piensas, te fallaste a ti misma.
¿Recuerdas quién eras? No había nadie que pudiera contigo, tu error fue darle el
poder a él para destruirte. Y estas son las consecuencias.
Las lágrimas acudieron sin ser llamadas
mientras me veía desaparecer en la nada.
Desperté con una sensación angustiosa y las
mejillas aún húmedas, los rayos de sol se colaban por las rendijas de la
ventana anunciando el amanecer inminente.
Esa noche tuve un sueño conmigo y me dejó un
objetivo por cumplir: debía dejar salir todo el dolor que él me había causado
para poder volver a sonreír de verdad.
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