miércoles, 6 de noviembre de 2013

Todo cambia.

Entonces la situación se vuelve insoportable y algo en lo más profundo de ti hace “clic”, y a partir de ese momento todo cambia. Es un movimiento dentro de tu mente tan imperceptible que apenas lo notas, no te das cuenta hasta que levantas la vista para observar el mundo que te rodea y te percatas de que no lo ves de la misma manera que antes. Ahora es diferente.

Es ahí cuando entras en un bucle de falsa confusión, preguntándote una y otra vez que es lo que has hecho mal, las lágrimas afloran solas sin necesidad de ser llamadas, te frustras porque no entiendes. Crees que el cambio significa dolor, dolor a olvidar lo que hasta ahora había sido la causa de tus sentimientos. No te atreves a dar el paso que acabará con esa situación y que pondrá fin a todo el dolor que llevas cargando sobre tus hombros largo tiempo. Sin embargo en el fondo lo sabes, sabes que debes poner fin  y empezar una nueva etapa probablemente mejor, y aunque te dé miedo tú misma te obligas a hacerlo y vuelves a mirar el mundo con nuevas esperanzas. El cambio no es dolor, el cambio significa que has aprendido de tus errores y puedes volver a lanzarte a la vida con más fuerza. Si lo miras de ese modo, con cada paso te haces más fuerte.

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