Ese momento del día en el que te tumbas en la cama, cierras
los ojos y respiras profundamente. Se supone que lo haces para liberar las
tensiones que has acumulado a lo largo del día, debería ser algo placentero…
pero te pones a pensar, y no puedes detener esa corriente de recuerdos que
llegan a ti en un instante. Una batalla entre tus sentimientos y tu mente ,
nunca gana nadie, y es por eso que están en constante lucha. ¿Nunca os ha
pasado? Intentas huir de ti mismo para encontrar unos minutos de paz fuera de
aquellos recuerdos que te hacen daño, y que no tienen suficiente con ser
recuerdos, acuden a ti todos los días para que notes su presencia. Esa rutina te acaba cansando y entiendes que los momentos
pasados no van a volver, siempre te harán soltar alguna lágrima si de verdad
los valoraste , pero… tienes que seguir adelante.
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