"En un instante sintió el suelo desfallecer bajo sus pies. Todo
se sumió en la oscuridad. Ella misma se volatilizó consumida por las propias
llamas que había creado. El fuego recorrió cada uno de sus pensamientos,
abrasándolos, haciéndola estallar en un silencio doloroso hasta quedar vacía.
Y así estaba, vacía. Sumida en un trance del que no era
capaz de salir, mientras su yo interior se agitaba en señal de rebeldía intentando
buscar una salida en un cuerpo reacio a responder a los impulsos. Los
sentimientos se habían evaporado, las palabras no acudían a los labios… y los
gritos se agolpaban poco a poco en la garganta formando un cúmulo de energía
que amenazaba con romper la aparente calma en cualquier momento.
La fina línea que aún la ataba a la cordura estaba a punto
de quebrarse.
Obligó a su mente, con gran dificultad, a contar lentamente
hasta diez en un intento vano de mantener el control.
“Uno…”
“Dos…”
“Tres…”
Y todo se hizo añicos.
Chilló hasta quedarse sin aliento, expulsando todo lo que
tanto tiempo había guardado en su interior. Pataleó lo primero que se interpuso
en su camino dejando que la ira fluyera hacia el exterior a través de sus
extremidades. Dejó que las lágrimas afloraran en sus ojos sin ser contenidas,
empapando sus mejillas con todos los sentimientos que había frustrado hasta ese
momento.
Y por primera vez en meses se volvió a sentir viva, aunque
rota, su corazón palpitaba de nuevo."
Puede parecer una paranoia mental de una perturbada, pero si te paras a pensarlo y lo lees detenidamente ¿quién no se ha sentido así alguna vez? ¿quién no ha creído morir al oír ciertas palabras dolorosas y ha experimentado cosas similares a las descritas? ¿quién no se ha refugiado en sí mismo por miedo? Es curiosa la forma que tiene la mente de jugar con nosotros cuando algo nos hace daño, nos hace sentir que estamos perdidos y que no volveremos a sonreír como antes. Hoy quiero desmentir eso, se puede volver a ser feliz, y se puede volver a sonreír. El dolor solo es un momento, en seguida pasará.
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